Es increíble que se pueda permitir el cierre de centros escolares, por falta de alumnos. Es sabido que nuestras poblaciones van perdiendo habitantes, pero es insólito que no se pueda reunir entre 2 o 3 pueblos el alumnado, y si no alcanza proponer alguna manera de aumentarlo, a fin de no cerrar escuelas.
Creo que en un pueblo donde no existan centros educativos, pequeños, o grandes, locales o zonales, es una primer paso en el descenso de población.
Como padre, y más si se tiene trabajo, la edad escolar es un tema que origina muchos gastos familiares, y no se pueden achicar, es decir hay un mínimo que debe existir. Pero si a eso le sumamos el trasladarse, diariamente o semanalmente, con una permanencia en otra residencia, del educando, tener que trasladarse toda la familia, con la consiguiente búsqueda de otro trabajo ( hoy muy difícil) o en cambiar los roles y que se trasladen los padres a trabajar, permaneciendo todos en el lugar del centro escolar. Hay algunos ejemplos, (pocos) que están trabajando codo a codo, gobierno más población, para no perder los centros educativos o abrir aquéllos que se han cerrado.
Ahora bien imperiosamente se cierran las escuelas que carecen de alumnos, o no cubren las disposiciones de cantidad por curso. Esto acarrea también desocupación en el plantel de profesores, y perder la alternativa de nuevos pobladores en ese lugar. La educación es una de las primeras exigencias, de toda familia con niños. Hoy nadie se plantea tener analfabetos, aunque esto debería ser una de las premisas de todo gobierno. En este mundo globalizado la educación es uno de los soportes que separa la población de los países del primer mundo (hoy económicamente en entredicho) de los países emergentes. La educación es la que permite el avance social en cuanto a conocimiento y a búsqueda de bienestar. Y no sólo se refiere a educación universitaria, no existe hoy en el mercado alguien que pida un empleado que no sepa leer ni escribir. Esto pareciera que es una utopía, pero el camino que comenzamos a recorrer puede generar, peligrosamente, alguna posibilidad de que exista.
El sistema educativo público, tal cual lo hemos disfrutado comienza a perder peso, al permitir que se reduzca, y a que se adapte a una situación que no es desconocida. Pero por otro lado se corre el riesgo que se origine un aumento de la educación privada, (como en Alemania) porque comienza a ofrecer, a aquellos padres que no pueden mantener el movimiento migratorio continuo de los hijos, la posibilidad de alojamiento, mayor control horario, o simplemente un horario casi completo de actividades que permite, al menos, tener al educando asistido el mayor tiempo posible. Esta tendencia, que se viene dando en Europa, y tarde o temprano llegará, pasa a deslindar responsabilidades educativas a los gobiernos, que hoy sólo ven el hecho de reducir gastos en los servicios primarios, y no en aquello, que puede originar sólo bienestar, pero no el futuro de una población que queda a expensas de un mayor o menor esfuerzo familiar.
También en Europa, y en Alemania en este caso, se ha dado que según los informes de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) como parte del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), los estudiantes puntuaron por debajo del promedio europeo, en lectura, matemáticas y ciencia. Esto originó un debate que reformó el sistema educativo, con el establecimiento de más escuelas de jornada completa, con el fin de mejorar los estándares de educación. La implantación de profesores sustitutos que permite que los alumnos no sean enviados a casa, ante la falta de un profesor.
En nuestro caso, en España, cuando nos evalúan a través de la OCDE, se repite el mismo argumento, hay que aumentar el gasto en educación. Ahora que se está planificando la austeridad, es cuando habría que tener en cuenta, tanto gobiernos, como ciudadanos, que no se puede lograr un avance similar a Europa, y los países de primera línea, si ya pensamos en recortes. Es como comenzar a anunciar el resultado del próximo informe PISA. En la educación hay que sortear muchos obstáculos y además adaptarse a nuevas exigencias, de idiomas, de competitividad, de programas de estudios, etc, pero con este recurso tendrán que contar nuestros hijos en su futuro y no es un mero capital de austeridad el que se merecen.